domingo, 11 de marzo de 2012

La Verdad, vencedora.

En el dia a dia usamos constantemente mentirijillas que nos ayudan a salir de apuros, a esquivar situaciones incómodas o a evitar el sufrimiento de alguna persona. Aunque estas a la vez pueden herir a otras. Por eso hay que pensarse bien cuando debemos mentir, por más pequeña que sea la mentira tambien puede ocasionar consecuencias.
 Por esta razón se dice que la mentira “tiene patas cortas”, es decir, que no llega muy lejos; porque los mentirosos tienen que tener ante todo muy buena memoria, si no quieren ser descubiertos y tapar mentira a mentira la absoluta realidad.
El que miente necesita falsear la verdad para dar una imagen diferente de la que realmente tiene, es decir, no está conforme consigo mismo.

Por lo contrario la verdad que abarca desde la honestidad, la buena fe y la sinceridad humana en general, hasta el acuerdo de los conocimientos con las cosas que se afirman como realidades, así como la relación de los hechos o las cosas en su totalidad.
Con la verdad nos enfretamos a todo, damos la cara a la realidad, nos enfrentamos a los problemas, adelantamos o al menos no retrasamos y aumentamos el dolor ajeno o el propio.

En mi opinión. La verdad aunque más dura y fuerte, es sincera y más agradecida, sin enbargo la mentira, que solo contradice a la verdad es equivoca y inefacta.

Aqui hos dejo dos frases relacionadas con la verdad:

-La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio. (Marco Tulio Cicerón)
-No basta decir solamente la verdad, mas conviene mostrar la causa de la falsedad. (Aristóteles)
 

Mentira y Verdad (cuento infantil)

Todos los duendes se dedicaban a construir dos palacios, el de la verdad y el de la mentira. Los ladrillos del palacio de la verdad se creaban cada vez que un niño decía una verdad, y los duendes de la verdad los utilizaban para hacer su castillo. Lo mismo ocurría en el otro palacio, donde los duendes de la mentira construían un palacio con los ladrillos que se creaban con cada nueva mentira. Ambos palacios eran impresionantes, los mejores del mundo, y los duendes competían duramente porque el suyo fuera el mejor.
Tanto, que los duendes de la mentira, mucho más tramposos y marrulleros, enviaron un grupo de duendes al mundo para conseguir que los niños dijeran más y más mentiras. Y como lo fueron consiguiendo, empezaron a tener muchos más ladrillos, y su palacio se fue haciendo más grande y espectacular. Pero un día, algo raro ocurrió en el palacio de la mentira: uno de los ladrillos se convirtió en una caja de papel. Poco después, otro ladrillo se convirtió en arena, y al rato otro más se hizo de cristal y se rompió. Y así, poco a poco, cada vez que se iban descubriendo las mentiras que habían creado aquellos ladrillos, éstos se transformaban y desaparecían, de modo que el palacio de la mentira se fue haciendo más y más débil, perdiendo más y más ladrillos, hasta que finalmente se desmoronó.
Y todos, incluidos los duendes mentirosos, comprendieron que no se pueden utilizar las mentiras para nada, porque nunca son lo que parecen y no se sabe en qué se convertirán.